El
Apego (o vínculo afectivo) es una relación especial que el niño establece con
un número reducido de personas. Es un lazo afectivo que se forma entre él mismo
y cada una de estas personas, un lazo que le impulsa a buscar la proximidad y
el contacto con ellas a lo largo del tiempo. Es, sin duda, un mecanismo innato
por el que el niño busca seguridad. Las conductas de apego se hacen más
relevantes en aquellas situaciones que el niño percibe como más amenazantes
(enfermedades, caídas, separaciones, peleas con otros niños....). El llorar es
uno de los principales mecanismos por el que se produce la llamada o reclamo de
la figura de apego. Más adelante, cuando el niño adquiere nuevas capacidades
verbales y motoras, no necesita recurrir con tanta frecuencia al lloro. Una
adecuada relación con las figuras de apego conlleva sentimientos de seguridad
asociados a su proximidad o contacto y su pérdida, real o imaginaria genera
angustia.
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